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LOS BUENOS OFICIOS DE MARCELO EBRARD

Alejandro Mario Fonseca

La relación entre nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador, con el presidente norteamericano Joe Biden parecen ir por muy buen camino. Yo diría que hay empatía entre ambos.

La empatía es la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona. Ambos, tanto AMLO como Biden parecen entenderlo muy bien. Además ambos están actuando de manera racional.

Si la razón en el sentido más estricto es una actividad intelectual superior, la función más elevada de la inteligencia, la que establece una perfecta conexión entre el saber y el obrar. Entonces no solamente se requiere de preparación y de inteligencia, sino también de congruencia con lo que se dice y se hace.

Sin embargo, no todas las actividades humanas se prestan para cumplir con esta máxima del mundo moderno. Por ejemplo para los que se dedican a la investigación científica no hay mucho problema: cuentan con conceptos claros y precisos, y con instrumentos muy avanzados que les garantizan objetividad en sus experimentos.

Esto sucede en el ámbito de las ciencias naturales, el físico, el químico, el biólogo,… pueden intervenir a placer sobre los experimentos que realizan; al grado de que hoy en día no dejamos de asombrarnos con sus sorprendentes avances en todos los campos. Pensemos tan sólo en las tecnologías modernas de la comunicación y la información. Además cuentan con una herramienta estratégica: las matemáticas.

La racionalidad del científico

Sin embargo, esto no sucede con las ciencias sociales. El economista, el sociólogo y el científico de la política están muy limitados en su quehacer científico. Quizás su principal limitación es que no pueden actuar directamente sobre su ámbito de estudio. Además ni siquiera cuentan con un aparato conceptual claro y preciso.

Y es que la racionalidad es una forma histórica de estructuración conceptual de la realidad, que corresponde a lo que la realidad es. Los físicos, los químicos, etc. han podido contar desde Newton con cuatro conceptos básicos (espacio, materia, tiempo y movimiento); y desde Einstein con cinco (sumando el concepto de energía) que les han permitido desarrollar exitosamente sus hipótesis, leyes, modelos, y teorías científicas.

En las ciencias sociales esto no es posible. Los conceptos con los que trabajan los politólogos, los economistas y demás, no son precisos, no son “neutrales”, están cargados de valoración. La objetividad se les dificulta mucho. Por eso es que hay tantas escuelas, tantos puntos de vista enfrentados.

La racionalidad del político

Las distintas corrientes políticas se alinean en torno a valores, que comúnmente llamamos ideologías. Y así es como tenemos a los liberales, los conservadores, los laboristas, etc. Sus dirigentes suelen asesorarse por economistas, sociólogos y politólogos afines a sus ideologías. Unos privilegian la libertad, otros la conservación (seguridad), otros la igualdad, en fin… También la democracia suele considerase como un valor, aceptado por casi todos.

Y ya en el terreno de la política ¿cuál debería ser la racionalidad de un político moderno? Para responder esto, primero hay que delimitar el ámbito del ejercicio político. Y en términos fuertes estaríamos hablando del Estado moderno como aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el “territorio” es el elemento distintivo) reclama para sí el monopolio de la violencia física legítima.

Y en este contexto, política significa la aspiración a participar en el poder o influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen.

Pero ese poder de los jefes políticos es muy difícil de ejercer, porque se materializa en la toma de decisiones, decisiones que pueden afectar mayor o menormente a las comunidades de que se trate.

La racionalidad instrumental

Entonces esa toma de decisiones no es tan sencilla, el jefe político requiere de equipo, de asesores experimentados, de administradores especialistas y de medios o instrumentos que le permitan convencer; y así de esta manera poder llevar adelante sus proyectos e implementar sus políticas.

Y aquí viene lo más importante. Todo esto no significa que el jefe político tenga que renunciar a la razón, a la racionalidad tal como la entendemos en el ámbito de las ciencias. Al contrario, tiene que ser muy cuidadoso, muy escrupuloso en su trabajo cotidiano. Y lo más importante, actuar con honradez, rodearse de los mejores colaboradores posibles, hacerles caso y apegarse estrictamente a la ley: en suma, actuar con responsabilidad.

AMLO al igual que Biden heredaron administraciones irracionales que les está costando mucho revertir. Están intentando actuar con responsabilidad. Tanto la del PRI (desde López Portillo hasta la de

Peña Nieto), como la del loco Trump (y algunos otros) fueron administraciones depredadoras, les falto responsabilidad.

Instrumental, la razón se confunde con el poder y por ahí renuncia a su fuerza crítica, ésta es la última desmitificación de una crítica de la ideología aplicada a sí misma.

Los buenos oficios de Marcelo

No es extraño que después del triste papel que jugó Videgaray (un pseudo canciller al servicio de Trump) Marcelo Ebrard haga destacar a nuestro país como un jugador respetable en la política mundial. Por lo menos a mí me resultaba un tanto cuanto paradójico que la geopolítica fuera “despreciada” por el Presidente AMLO.

Pero no es así y más allá del sainete que protagonizaron Maduro, Díaz-Canel, Mario Abdo y otros, en la pasada reunión de la CELAC, el Presidente AMLO, gracias a los buenos oficios de Marcelo Ebrard, hizo que México volviera a brillar en el mundo.

Pero no hay que asustarnos, AMLO no es comunista, en todo caso es social demócrata. Simplemente el canciller Marcelo Ebrard está jugando bien sus cartas y AMLO llegará fortalecido diplomáticamente a su próxima reunión con el Presidente Biden.

A todas luces las cosas marchan muy bien para Marcelo, el pasado martes (9/11/21) AMLO presidió el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York. En su discurso acentuó como elemento principal el combate a la corrupción y los esfuerzos que ha encabezado México para hacerle frente.

¡En hora buena! Como nos hacía falta a los mexicanos que nuestros líderes dejaran de estar al servicio del capital norteamericano. Marcelo Ebrard está demostrando que tiene la capacidad para

continuar con la 4 T de AMLO. Desde Maquiavelo la política exterior es la reina de la Ciencia Política.

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