Alejandro Mario Fonseca
Hoy participé en una plática entre amigos con relación a los posibles candidatos para la próxima presidencia de la república. La mayoría coincidimos en que serán Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Por el momento no quiero discutir sobre sus fortalezas y debilidades.
Lo primero que me gustaría comentar es que ya se da por hecho que no va a haber candidato verdaderamente ciudadano. Es decir, que los candidatos (corcholatas) que el presidente AMLO impuso lo van a impedir: su sucesora va a ser Claudia.
El candado más claro es la prohibición al debate, lo que debilita a Ebrard y a Monreal; el argumento es que la unidad debe prevalecer. Otro es el de las encuestas, que muchos vemos como una burla.
Mi segundo comentario es sobre el candidato de la oposición, el de esa coalición kafkiana llamada PRI-PAN-PRD. Y lo de kafkiana es poco decir ya que más bien se trata de un engendro ideológico sin futuro y sin verdaderos líderes.
En otras palabras, se trata de una coalición opositora muy débil, por eso es que va a apostarle a una candidata al estilo Fox: Xóchitl es entrona, grosera y “popular”.
Y la política y la democracia ¿dónde quedaron?
Y es que en México la democracia nació tarde y desprotegida, por eso es que le está yendo tan mal. Es como un bebe que se pasó de tiempo y que cuando nació no había nadie que lo cuidara, su mamá estaba enferma por un embarazo tan largo y porque estaba desnutrida; y su papá no estaba, ya se había ido de la casa, estaba asustado, enojado, se sentía amenazado.
Mutatis mutandis, la mamá es la mayoría del pueblo mexicano, que débil y mal alimentado se tuvo que aguantar, no le quedaba de otra; y el papá son los malos mexicanos que acostumbrados a vivir con privilegios no se han querido hacer cargo del niño tardío.
Pero más allá de la ironía, la democracia es participación ciudadana, es la vida moderna, racional, en la esfera de la política. Está muy desarrollada en la mayoría de los países europeos (allá nació), en América del norte, Australia, y párele de contar.
Con honrosas excepciones, en América Latina, Asia y África no logra consolidarse bien. ¿Por qué? La respuesta no es sencilla, pero si el núcleo duro del concepto de democracia está en la participación ciudadana, hay que ver qué pasa con la ciudadanía.
En nuestro país, la apatía del ciudadano común con respecto a los temas políticos es impresionante. Hay muchas razones que lo explican, la principal es la equivocada comprensión de lo que es el quehacer político.
Por lo menos nos vamos a divertir
Por desgracia la mayoría de los mexicanos conciben la política como el arte del engaño. Un político exitoso es entonces un embaucador, hábil con el verbo, mafioso, estafador. Y bueno, esta imagen negativa del quehacer político le debe mucho a lo que los malos políticos hacen y deshacen.
Se lo han ganado a pulso, basta con seguir las noticias día con día para constatarlo. Sin embargo, las buenas noticias son, que ni son todos los políticos los que actúan así, ni es la única forma de hacer política. Por fortuna la política no es el monopolio de los malos y los ciudadanos comunes y corrientes, como usted y yo también podemos participar en el quehacer político.
La participación ciudadana es la salvación de nuestra democracia que nació débil. Todos podemos participar de alguna manera en la corrección del rumbo. Desde nuestro quehacer cotidiano, en la familia, en los barrios, la escuela, los centros de trabajo, en el centro deportivo, en los eventos culturales, etcétera, podemos levantar la mano y señalar lo que está mal, denunciar los abusos, las mentiras, en suma, la corrupción.
Sin embargo, qué bueno que van a ser Claudia y Xóchitl las finalistas. Se va a poner interesante la contienda, creo que por lo menos nos vamos a divertir.