Alejandro Mario Fonseca
Visité por primera vez Acatlán de Osorio a inicios de los años 80. Las imágenes de aquel pueblo de la mixteca poblana aún están frescas en mi memoria: una mezcla impresionante de pobreza y belleza.
Para mí, todavía un chilango acostumbrado a las “comodidades del urbanismo moderno” de la Ciudad de México, fue todo un descubrimiento que la pobreza pueda estar acompañada de un bellísimo arte popular: la alfarería.
Sin embargo, algo que pudo haberse convertido en un centro de exportación de clase mundial, está en crisis. El neoliberalismo le pegó durísimo a este pueblo alfarero. Hoy está en decadencia.
Una artesanía viva, que “se me pego”
En el Acatlán de aquel entonces, después de visitar varios talleres familiares, compré tan sólo dos artesanías: pude haber comprado más porque los precios, cuando compras sin intermediarios, son bajos. Pero también sucedió algo inusitado.
Ya había comprado un sol de barro bellísimo que todavía conservo en el comedor de la casa. Y ya en el último taller que visitamos me topé con una pieza pequeña de 40 centímetros de alto que representaba un animal mitológico prehispánico, que “se me pegó”.
Era una representación de una especie de equino bicéfalo, que portaba en sus espaldas a dos creaturas de la mitología mexica, entre humanos y ratones, sonriendo. El alfarero nos explicó que se trataba de los famosos “chaneques” o diablillos traviesos.
Y si, literalmente la pieza artesanal se “me pegó”, porque al tomarla para observarla de cerca, le rompí una oreja y a pesar del precio (que era alto) me vi obligado a comprarla. Un amigo, antropólogo, me explicó que el equino bicéfalo era una representación de un Dios mixto que incluía el bien y el mal, parecido al Dios egipcio Abraxas.
Abraxas: un Dios “seductor”
Ya había sabido algo sobre Abraxas, cuando en mi adolescencia leí Damián de Hermann Hesse. Según la novela, Abraxas es un Dios que une simbólicamente lo divino con lo infernal, lo bueno con lo malo, la vida con la muerte, ese fuego filosofal que une al hombre con la mujer.
Venera las dos partes, es la unión sagrada, es la ambigüedad de la existencia. Hesse nombra a este Dios con la siguiente cita: “El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios es Abraxas.”
Se creía que Abraxas era el nombre de un Dios que representaba el Bien y el Mal, un Dios y deidad adorada representante del fuego. Como ya dije, Abraxas fue también considerado un Dios egipcio.
Y es muy probable que la palabra abracadabra, que utilizan brujos y hechiceros fuera derivada de tal nombre, aunque existen algunas otras explicaciones al respecto. En fin, aunque se sabe muy poco de sus orígenes, resulta una deidad muy “seductora”.
Las dos caras de AMLO
No faltó quien, de mis amistades me sugiriera deshacerme de mi Abraxas mexica. Alguien muy católico, pero también lleno de prejuicios, dogmas, supersticiones y temores, me aconsejó que me deshiciera de esa “representación diabólica”, que me iba a “traer grandes calamidades”. Dicho esto, paso a la crítica política.
Utilizando la metáfora de Abraxas lo que tenemos es un presidente (AMLO) ya no tan bueno como el que presumió que sería durante su campaña. No ha cumplido todo lo que prometió. Además, siempre supimos que no iba a ser tan fácil. Su talón de Aquiles fue que le faltó un Plan de Desarrollo Sostenible, con visión ecologista.
Sus principales ofertas fueron la pacificación, el combate frontal a la corrupción, austeridad, el NO rotundo al nuevo aeropuerto, la construcción inmediata de dos nuevas refinerías y la reparación de las que dejaron de operar o que operan a muy baja capacidad.
Todas estas propuestas y otras, fueron revisadas por técnicos especialistas y reformuladas, algunas postergadas y otras de plano descartadas. Sin embargo, lo bueno es que habrá continuidad, pero con transformación y cambio: tendremos una presidenta con formación científica y con especialidad en ecología.
Claudia Sheinbaum con Alejandro Armenta
La futura presidenta estuvo ayer (6/11/23) en Acatlán de Osorio con Alejandro Armenta, nuestro futuro gobernador y me gustó mucho lo que dijo este último: en su mensaje destacó a la exmandataria capitalina por su preparación académica en ciencias, lo que se traduce en un “amor al planeta”.
Y ya para terminar, le cuento que mi Abraxas mexica, aquella joya artesanal tan bella que “se me pegó” en Acatlán de Osorio, se hizo añicos resbalándose de una mesita debido al terremoto del 19 de septiembre de 1985. Así que la “mala vibra” que me presagiaron los supersticiosos, así como llegó, así se fue. Hoy 7/11/23) volvió a temblar y aunque fue leve, me llevó a escribir estas líneas.