Por Redaccion
Cancún, Quintana Roo.- El incremento de la violencia en la turística Cancún ha obligado a la Cruz Roja a implementar protocolos que usa a nivel internacional en zonas de conflictos armados, y a reforzar la seguridad en sus propias instalaciones.
En una entrevista con Efe, Amilcar Galaviz, director de la Cruz Roja Cancún, explicó que de atender un delito de alto impacto a la semana pasaron a tener hasta 4 o 5 en un solo turno.
Esta situación, en un balneario donde las noticias de crónica roja son cada vez más frecuentes, provocó un fuerte incremento en los costos operativos y niveles de estrés entre los paramédicos que nunca antes habían tenido.
“Cuando empezaron a suceder (los actos violentos) empezamos a tener que adecuar los procesos de seguridad para nuestro personal”, explicó el experto.
Así, continuó, se implementó el programa nacional Acceso más Seguro, que se basa en estándares de la Cruz Roja Internacional que ya se aplican en países donde hay conflictos armados.
De acuerdo con el director de la Cruz Roja local, desde el ataque a las instalaciones de la Fiscalía General de Quintana Roo en 2016 -apenas dos días después del ataque al Blue Parrot en Playa del Carmen donde murieron 6 personas y 15 más resultaron heridas- la organización ha tenido que traer constantemente a los especialistas de la Ciudad de México.
Cancún registró 550 ejecuciones en 2018, y en lo que va de 2019 ya son más de 100 muertes relacionadas con el crimen organizado, que se disputa la venta de drogas en este principal destino turístico de México.
El incremento de sucesos violentos de alto impacto, -que empezaron en zonas populares pero se fueron extendiendo a toda la ciudad e incluso a la zona hotelera-, empezó a causar serios efectos entre los paramédicos, que presentaban elevados niveles de estrés durante sus jornadas laborales.
“Tuvimos la necesidad de volver a traer otra vez a gente de la Ciudad de México a que nos preparara y estuviera al pendiente del personal”, indicó.
Según detalló, aunque en la ciudad hay empresas privadas que tienen el servicio de ambulancias, solamente la Cruz Roja atiende los reportes de sucesos más violentos.
“El primer miedo es que te vaya a pasar algo a ti o que te vayan a interceptar, te vayan a bajar de la ambulancia, te vayan a agredir o te vaya a pasar alguna situación de este tipo”, puntualizó.
Los cursos impartidos por la Cruz Roja han sido de gran ayuda para paramédicos como José Poot Caamal, testigo de la escalada de violencia.
“Cada paciente que nosotros atendemos tratamos de desahogarnos platicando de cómo vimos el servicio, que nos faltó y todo eso, para no llevarnos todo esto a la casa”, explicó.
José Poot es técnico en Urgencias Médicas Básicas, estuvo año y medio como voluntario hasta que lo convencieron de incorporarse como paramédico de la Cruz Roja y ha vivido experiencias que son imposibles de olvidar.
“Nos reportaron múltiples heridos en la Plaza Solare, donde habían lesionado creo que a tres personas. Llegamos y encontramos a uno con desprendimiento de nariz y fractura en la parte del brazo, del codo, y el otro, eran tres creo”, recordó el paramédico, quien aseguró que el atendido estaba en muy malas condiciones.
Además de las repercusiones emocionales, el impacto económico de la ola delictiva que enfrenta la ciudad también ha sido elevado para esta institución.
De un costo operativo promedio de aproximadamente 1.500 dólares se pasó a otro que se eleva al doble por cada salida de una ambulancia.
“Cuando se trata de pacientes que son por cuestiones de alto impacto, la mayoría de ellos, sino todos, son sus pacientes críticos”, puntualizó.
Los pacientes de alto impacto, como son los heridos de bala, requieren por lo general el doble de material médico como oxígeno, medicamentos, suero, gasas o vendas, porque sangran abundantemente y casi siempre presentan varios impactos.
En los últimos meses han sido varios los casos de personas con heridas de arma de fuego que llegan por sus propios medios hasta sus instalaciones buscando ayuda.
Ante esta situación han tenido que reforzar las medidas de seguridad no sólo en el área médica sino también en la zona de oficinas.
También para la universidad que tiene pocos meses operando y la alberca donde entrenan los paramédicos y dan clases de natación a la población abierta.
Tanto en el exterior como en el interior de la Cruz Roja hay cámaras de vigilancia, hay accesos son controlados de manera remota y en el estacionamiento y el área de salida de ambulancias se colocaron rejas que permanecen cerradas casi todo el tiempo.
Los heridos “llegan acá y tenemos que también hacer protocolos de seguridad para el personal médico pero no solamente para el personal médico sino también para el personal que está esperando el servicio”, indicó el experto.
Los protocolos de seguridad para los reportes donde hay heridos de bala establecen que las ambulancias solamente podrán llegar a la zona de conflicto si hay autoridades presentes, y las unidades deberán ir escoltadas en todo momento.
“Evaluamos a la persona, lo cargamos a la camilla y todos los procedimientos los vamos haciendo a bordo de la ambulancia. (En el lugar de los hechos) solamente haríamos los procedimientos básicos de vida, como puede ser contener hemorragias, cosas que son básicas nada más. Lo subimos en una ambulancia y en ruta vamos haciendo todo”, señaló.
La vestimenta y el lenguaje que utilizan los paramédicos también está regulado: “No traemos navajas, no traemos nada que pudiera identificarnos como factor de alto riesgo para otras personas”.
Estos cambios de estrategias, de forma de vestir y actuar, han dado a Cruz Roja resultados en otros estados y “en otros países con conflictos armados”, concluyó el representante de esta organización con presencia mundial.
fuente: www.sinembargo.mx