Alejandro Mario Fonseca
Cuando yo era un niño de escasos 7 años, viví la experiencia de la primera comunión junto con mi hermano Toño. Nuestra madrina fue la hermana menor de mi papá: nuestra tía They. En mis recuerdos infantiles siempre destaca la presencia de mi tía They debido a su bondad y a su amor desinteresados.
Y de esos recuerdos, uno de los más destacados, es una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la sala de las casas que construyó. Lo que quiero destacar es que la imagen mostraba al Maestro Jesús con el corazón abierto. Mi tía They era una arquitecta empírica: hacía casas, las habitaba y luego las vendía. Claro, mi tío Macario (su esposo) era el que se encargaba de la construcción, ella era la proyectista. Pero eso es otra historia.
Lo de la imagen viene a cuento, porque ahora que me puse a investigar sobre la vida de Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, me encontré con que su testamento espiritual, publicado el 24 de octubre de 2024, trata precisamente “sobre el amor humano y divino del corazón de Cristo”.
Se trata de su última encíclica Dilexit nos, que según los expertos es la clave para entender de una manera más profunda el mensaje que Bergoglio dejó como herencia a la humanidad en estos tiempos de extrema violencia y corrupción.
En resumen, lo que el Papa nos propone en este escrito es que retomemos el concepto de corazón en su acepción más antigua: como el núcleo duro del cual procede el amor. Sin embargo, pensándolo bien, la relación del corazón con el amor además de ser antigua, resulta de una actualidad pasmosa.
Un corazón abierto
Todos admitimos que el corazón es un símbolo del amor. ¿Usted no? Lo interesante es reflexionar sobre si la relación del corazón con el amor es simbólica o si en realidad existe una conexión real y esencial.
Todos hemos experimentado cómo nuestro corazón se acelera ante la presencia de alguien muy querido; y también la sensación de pesadumbre cuando vivimos una pelea de enamorados. Y es que el corazón se “abre” ante el amor y se “rompe” ante el desamor.
Alexander Lowen, un especialista en el tema se pregunta ¿qué validez podemos conceder al concepto de “corazón partido”? Aunque los corazones no se rompen en pedazos cuando el amor es rechazado o se pierde a alguien querido, es claro que en semejantes situaciones algo se rompe.
¿Existe algo así como un corazón cerrado o un corazón abierto? Estas cuestiones son importantes para la comprensión, no sólo de nuestros sentimientos, sino también de la salud del corazón.
Yo agregaría que la salud del corazón también juega un papel importante en las decisiones de los líderes que gobiernan países, que dirigen instituciones de todo tipo y sobre todo de aquellos que encabezan iglesias y congregaciones sociales.
Como sea, lo que quiero enfatizar es que el Papa Francisco siempre estuvo envuelto en discusiones políticas y éticas debido a su corazón abierto a todos, católicos o no. Y nos invita en Dilexit nos a abrir nuestro propio corazón hacia la justicia, la paz, el perdón y el amor.
Siempre vivirá en mis recuerdos más lúcidos la devoción de mi tía They por el Sagrado Corazón de Jesús. También, a pesar de haber perdido la fe, acepto con respeto el dulce legado del Papa Francisco.