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URGE UNA NUEVA POLÍTICA CULTURAL

Alejandro Mario Fonseca

¿Qué hacen los gobiernos estatales y municipales por el humanismo? ¿Contamos con una política cultural que engrane con el modelo de la 4 T impulsado desde la federación?

Mi respuesta a estas preguntas es pesimista, por eso es que voy a dedicarle algunos artículos a la importancia de la educación, el humanismo y la cultura en general. Espero motivar por lo menos al nuevo gobierno municipal a interesarse seriamente en el desarrollo cultural de su pueblo.

La humanidad todavía está pasando por una de sus más grandes transformaciones: de civilizaciones desarrolladas a sociedades industriales modernas.

La primera gran transformación fue el surgimiento de la sociedad primitiva (el neolítico); la segunda fue la aparición de las primeras civilizaciones; la tercera, tal vez la más importante, fue el desarrollo de estas civilizaciones.

No se sabe porque algunas sociedades primitivas se desarrollaron hasta convertirse en las modernas sociedades industriales. Sin embargo, existen algunas hipótesis.

Por ejemplo, para el historiador francés George Lefebvre, fue el contacto de Occidente con las civilizaciones bizantina y musulmana lo que permitió el gran paso. Al borde del Mediterráneo hubo, en la Edad Media, varias civilizaciones diferentes: nuestra civilización occidental era absolutamente inferior a la bizantina y a la musulmana, que lo habían heredado todo de la antigua, al tiempo que la transformaron.

Según esto, son las relaciones entre estas civilizaciones a través del Mediterráneo las que han constituido el origen de los progresos esenciales y del esfuerzo de Occidente. La lección es importante: una civilización depende de sus relaciones con civilizaciones ajenas; es preciso que estos contactos no sean demasiado estrechos, porque de ello resultaría una invasión, una sumisión del inferior, y su carácter original se perdería.

El modelo humanista

¿Qué fue lo que resultó de ese “contacto” entre civilizaciones? Para Eugenio Garín, un historiador que va a los archivos medievales de Florencia (la ciudad renacentista por excelencia), lo que se produjo fue una transformación del modo de pensar: “…no se trató tanto de un combate contra teorías erróneas o insuficientes, como de una transformación en los propios marcos intelectuales, un trastocamiento de determinada actitud intelectual”.

El impulso hacia la recuperación del patrimonio científico griego, o sea hacia el desarrollo de nuevos métodos y el descubrimiento de nuevos horizontes no procedió del ámbito de la ciencia y la filosofía de finales del Medioevo, sino de otras zonas, de otros ideales, capaces de trasformar la visión del hombre y la cultura, y de allí repercutió en dicho ámbito.

El movimiento humanista surgió en el plano de la vida civil y luego estalló hacia los diferentes campos del saber, permitiendo su recuperación y fortalecimiento. La cultura que floreció en las ciudades italianas entre los siglos XIV y XV, se manifestó sobre todo en el terreno de las disciplinas morales, a través de una nueva relación con los autores antiguos.

Se concretó en unos métodos educativos aplicados a las escuelas de gramática y retórica; y, lo más importante, se ejerció en la formación de los dirigentes de las ciudades Estado, a quienes ofreció unas técnicas políticas más refinadas: apareció la diplomacia.

El modelo humanista sigue siendo vigente y hora sí estimado lector podrá compartir conmigo, y espero que así sea, el entusiasmo de alentar a las autoridades municipales a implementar una nueva Política Cultural, que podría servir no sólo a la ciudadanía cholulteca en su conjunto, sino también a nuestros políticos, a la burocracia en general y a los hombres de negocios: México está urgido de autoridades gubernamentales, líderes, empresarios, en suma, de dirigentes humanistas más interesados en la cultura y la educación, que en el poder y el dinero mal habido.

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