Por Redacción
La explanada del Zócalo de Ciudad de México se vistió con flores, rezos, danzas y rituales para conmemorar y reclamar la memoria del último día de libertad de los pueblos originarios antes de concretarse la conquista española.
Con plumas y joyas tradicionales, maquillados como calaveras o deidades, grupos de personas provenientes de toda la república, danza y celebra rituales prehispánicos en pleno Zócalo, la plaza principal de Ciudad de México, erigida sobre los vestigios del máximo templo del imperio azteca.
El baile evoca la magnificencia de siglos atrás, los ceremoniales absorben la energía terrena, mientras alrededor vendedores ofrecen manjares que alimentan a los habitantes de la capital desde que ésta era gobernada por los tlatoanis, grandes señores mexicas o aztecas.
La gran México-Tenochtitlan, capital del imperio que hace 500 años fue arrasada por los conquistadores españoles tras duras batallas, resiste ahora con espiritualidad y arte.
“Nuestra identidad, la filosofía, la historia de México, a pesar de que fue tergiversada, sigue viva y latente”, dice Sergio Segura Octocayohua, maestro del calpulli o clan Ze Mazatl, en una pausa entre los ritos de sanación que oficia.
El calendario oficial marca cinco siglos de la “caída” de México-Tenochtitlan el viernes 13 de agosto. Pero Octocayohua rechaza esa efeméride y junto a otros mexicanistas celebra la “defensa heroica” este jueves, como el último día en que sus ancestros ejercieron soberanía.
También la maestra Araceli Granados, secretaria de la fundación Zemanauak Tlamachtiloyan, argumenta que la conmemoración debe ser el 12 de agosto, al que llama “día de la defensa heroica de México-Tenochtitlan” al argumentar que es “una aberración” tomar como fecha oficial el día siguiente.
“El 12 de agosto de 1521 todavía éramos un pueblo libre, estábamos en la defensa de nuestra nación al mando de nuestro joven abuelo Cuauhtémoc. Ese último día se luchó después de un asedio de 90 días”, contó.
La celebración se realizó a partir del mediodía, pero desde muy temprano diversos calpullis, organizaciones encargadas de mantener vivas las tradiciones indígenas, prepararon con rezos y rituales la ofrenda con las danzas prehispánicas.