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AMLO ¿REVIVIÓ A LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO?

Alejandro Mario Fonseca

Había una vez un granjero muy pobre llamado Eduardo, que se pasaba todo el día soñando con hacerse muy rico. Una mañana estaba en el establo -soñando que tenía un gran rebaño de vacas- cuando oyó que su mujer lo llamaba.

-¡Eduardo, ven a ver lo que he encontrado! ¡Oh, éste es el día más maravilloso de nuestras vidas!

Al volverse a mirar a su mujer, Eduardo se frotó los ojos, sin creer lo que veía. Allí estaba su esposa, con una gallina bajo el brazo y un huevo de oro perfecto en la otra mano. La buena mujer reía contenta mientras le decía:

-No, no estás soñando. Es verdad que tenemos una gallina que pone huevos de oro. ¡Piensa en lo ricos que seremos si pone un huevo como éste todos los días! Debemos tratarla muy bien.

Durante las semanas siguientes, cumplieron estos propósitos al pie de la letra. La llevaban todos los días hasta la hierba verde que crecía junto al estanque del pueblo, y todas las noches la acostaban en una cama de paja, en un rincón caliente de la cocina. No pasaba mañana sin que apareciera un huevo de oro.

Eduardo compró más tierras y más vacas. Pero sabía que tenía que esperar mucho tiempo antes de llegar a ser muy rico.

Hacer dinero rápido

-Es demasiado tiempo -anunció una mañana-, estoy cansado de esperar. Está claro que nuestra gallina tiene dentro muchos huevos de oro. ¡Creo que tendríamos que sacarlos ahora!

Su mujer estuvo de acuerdo. Ya no se acordaba de lo contenta que se había puesto el día en que había descubierto el primer huevo de oro. Le dio un cuchillo y en pocos segundos Eduardo mató a la gallina y la abrió.

Se frotó otra vez los ojos, sin creer lo que estaba viendo. Pero esta vez, su mujer no se rio, porque la gallina muerta no tenía ni un solo huevo

-¡Oh, Eduardo! -gimió- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos, por mucho que esperemos. Y desde aquel día, Eduardo ya no volvió a soñar con hacerse rico.

Petróleos Mexicanos

“La gallina de los huevos de oro [Pemex] se secó. Cantarell se nos fue secando. Mantener un precio artificial en 2017 habría significado un gasto adicional de más de 200 mil millones de pesos”, expuso el expresidente Peña Nieto, a mediados de su

sexenio, en un mensaje en el marco de la ceremonia sobre Prestaciones Sociales para el blindaje de la Economía Familiar.

Y agregó: “Hemos disminuido nuestra plataforma de producción, hoy producimos menos petróleo que antes, se acabó la gran plataforma”. Su argumentación iba en el sentido de exponer sus razones para explicar el aumento al precio de las gasolinas.

Abundó: mantener el “precio artificial” de la gasolina este año equivaldría al costo de todos los servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante cuatro meses; más del doble de los apoyos que entrega el programa Prospera; el triple de lo que destina el Seguro Popular a la salud; el sueldo de la mitad de los maestros y cinco veces el programa Pensión para Adultos Mayores.

Sonaba muy bonita la argumentación del expresidente, pero a ver a ver ¿cómo estaba la cosa? Si ya la gallina estaba muerta, si ya se habían secado los mantos petrolíferos, entonces ¿por qué la reforma energética, “la madre de todas las reformas”? Si lo que decía el expresidente era cierto, entonces ¿quién en su sano juicio se iba a interesar en invertir en México, si ya no había materia prima? Simple lógica ¿no le parece?

Hacer dinero rápido: ¿igualito que en la fábula?

Los mexicanos no nos chupamos el dedo, sí había y hay riqueza petrolera, incluso contamos con excelentes recursos humanos, técnicos e ingenieros que pueden explotarla. Además la tecnología para hacerlo está disponible en los mercados internacionales. ¿Entonces qué pasaba?

Pues que a nuestra clase política le urgía hacer dinero rápido. La gallina no estaba muerta, de lo que se trata era de que cambiara de manos. Intencionalmente dejaron de invertir en la industria petrolera, se fue deteriorando; y todavía peor las pocas refinerías que operaban, con el mínimo mantenimiento, lo hacían a menos de la mitad de su capacidad. Lo que les interesa es que PEMEX se adelgazara y le resultara atractivo y rentable a la iniciativa privada invertir en el sector.

Ya enriquecidos los directivos de la paraestatal y los líderes sindicales, ahora vendrían las corporaciones internacionales aliadas con la plutocracia del poder ejecutivo a hacer dinero rápido. Y todo con la bendición de los otros dos poderes, el legislativo y el judicial, a los que tampoco les iba nada mal.

AMLO revirtió el desaguisado, modernizó las refinerías y las puso a trabajar a tope, compró la de Texas en la que era accionista y está por arrancar la nueva refinería en Dos Bocas Tabasco. En plena crisis económica mundial, los mexicanos nos beneficiamos con los precios de los energéticos bajos.

Sin embargo hay que regresar a la moraleja, AMLO y sus funcionarios no deben ver a PEMEX como la “gallina de los huevos de oro”, sino como una empresa moderna, eficiente y productiva.

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