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CHOLULA YA NO ES TIERRA DE CACIQUES

Alejandro Mario Fonseca

Hace no mucho tiempo, 60 años más o menos, cuando los chilangos veníamos a “dominguear” por estas tierras del valle de Cholula se disfrutaba verdaderamente del medio ambiente. Mis imágenes infantiles son muy claras, me acuerdo muy bien de la zona de Cuanalá en la que había árboles frutales y arroyos de agua limpia: pasábamos días de campo maravillosos.

San Pedro Cholula era un pueblito típico en el que se veían todavía indígenas vestidos con calzón de manta, había un tianguis que era una delicia por sus colores, olores y sabores. Viene a mi mente el sabor del “cacao” esa bebida a base de maíz y chocolate que todavía pervive.

En esa época Carlos Fuentes escribiría uno de sus libros más famosos, La región más transparente, en el que habla al inicio, de Cholula como una ciudad de perros callejeros, flacos y amarillos. Yo no recuerdo una Cholula tan estereotipada; bueno hay que recordar que el tema de la novela es el fracaso de la Revolución Mexicana, y en consecuencia el telón de fondo es triste, deprimente.

Fuentes se adelanta a la catástrofe urbana en la que se convirtió la Ciudad de México. Yo soy uno de los damnificados de ese monstruo medioambiental que sigue creciendo y devorando todo lo que se encuentra a su paso, por eso me vine a vivir a Puebla y después a Cholula.

¿Cholula ciudad turística?

Pero regresando al valle de Cholula, qué lástima que los poblanos y sobre todo sus políticos, empresarios y demás “hombres ilustres”, que son los que toman las decisiones, no hayan hecho nada para evitar el mal ejemplo. Ahí vamos como mansos borregos entregándonos a la hecatombe ecológica. Y es que “nuestros líderes” no quieren ver la realidad, lo único que les interesa es la oportunidad del puesto, están enfermos de poder y de dinero.

Algunos me dirán “Cholula se salva, por eso los turistas siguen viniendo para acá”. Claro que siguen viniendo, como van a Xochimilco o a Tepoztlán o… Y es que no tienen a donde ir y aquí en Cholula, por lo menos, tenemos un gran centro histórico lleno de interesantes atractivos, en el que se ha invertido mucho dinero. Pero qué no se dan cuenta de que el atractivo original ya se perdió: ¿dónde están los jardines? ¿Dónde está el agua, las fuentes? Cholula, Cholollan, significa “agua que cae en el lugar de huida”.

Es más, la vocación original de los habitantes de Cholula era la agricultura, insisto ahora ya ni siquiera tenemos jardines. El desastre ecológico es evidente, nada más hay que darse una vueltecita por la periferia de Cholula, por las juntas auxiliares. Y sólo así nos daremos cuenta de que el desastre no solamente es ecológico, es generalizado, la pobreza va en aumento, al igual que la violencia y la inseguridad.

¿Qué estoy exagerando? A ver explíquenme porqué Cholula sigue creciendo a base de desarrollos urbanísticos cerrados construidos sobre zonas agrícolas, esas pequeñas colonias rodeadas de grandes bardas electrificadas con vigilancia propia, jardines privados y demás servicios exclusivos. Verdaderos “bunkers” aislados de los peligros de la ciudad abierta. Los bunkers para los poderosos, para la clase política y para los nuevos ricos.

Ya lo he comentado, no tengo nada contra los nuevos ricos, y que bueno que tengan suficiente dinero para pagar mayor seguridad, es señal de que todavía hay riqueza y desarrollo; el problema es que también crece el número de pobres y para ellos está la ciudad abierta, con todos sus peligros.

La Cholula de la que nos habla Carlos Fuentes en La región más transparente de perros flacos y amarillos sigue vigente en las juntas auxiliares y en los pueblos vecinos.

Paola Angón debe corregir

La voz “cacique”, nos cuenta Don Lucas Alamán en su Historia de Méjico, proviene de África y era el término con el cuál se designaba a los reyezuelos que traficaban esclavos a cambio de armas y de aguardiente.

En nuestro país el término siempre ha sido muy popular. Durante la Colonia se utilizó para referirse al “señor de vasallos en pueblo de indios”. Ya en el siglo XIX, después de la Guerra de Independencia, se siguió utilizando para designar a la “persona que ejerce una gran influencia en los asuntos de un pueblo”.

Durante las guerras de Reforma, de la Revolución y la Cristera, se dividieron en “caciques buenos” y “caciques malos”, dependiendo del bando en que peleaban; todos pasaron a ser designados como “caudillos”, es decir, caciques levantados en armas.

En La región más transparente, escrita por Fuentes en 1958, Cholula era todavía tierra de caciques, ya no lo es. Yo diría que ahora es una ciudad que, con todos sus contrastes, aspira a la modernidad; y por qué no, aspira también a convertirse en una ciudad cosmopolita.

Los panistas en el gobierno municipal deben adaptarse a los tiempos modernos y gobernar para todos, especialmente para aquellos sectores más vulnerables, que están siendo afectados por una planeación enfocada exclusivamente hacia el turismo.

Todavía no conozco el Plan de Desarrollo Municipal de la alcaldesa Paola Angón, pero espero que incluya apoyos serios y decididos para los artesanos (especialmente los ladrilleros) y para los campesinos, los trabajadores del campo.

También espero que la alcaldesa corrija sus errores, que contrate buenos asesores, que conozcan Cholula y también buenos funcionarios, con conocimiento y experiencia. Todavía está a tiempo.

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