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POR EL BIEN DE MÉXICO HAY QUE CAMBIAR A TODOS LOS CONSEJEROS DEL INE

Alejandro Mario Fonseca

Se acuerda usted de Interstellar, aquella película que en los Premios de la Academia de 2014 ganó el Óscar a los mejores efectos visuales, y que además fue nominada por mejor banda sonora, mejor sonido y mejor diseño de producción. También recibió varios premios y nominaciones, particularmente por sus efectos visuales, fotografía, banda sonora y la actuación de Mackenzie Foy.

Para mí, junto con Avatar de James Cameron, con el cine de Kubrick y con la última trilogía de Star Wars, es de lo mejor en cuanto a cine de ciencia ficción. Pero se trata de un cine mucho más ambicioso, que va más allá de la ficción científica: aborda problemas filosóficos y políticos de enorme actualidad.

En una Tierra al borde del colapso medioambiental, aparecen pequeños fenómenos paranormales que aparentemente establecen una comunicación con “alguien” sobre una posible salvación. Esto no es más que el punto de partida sobre el cual Christopher Nolan, el director de Interstellar construye toda una nueva “odisea en el espacio”.

Interstellar también es un viaje ético y psicológico muy actual, porque nos explica lo qué significa ser padre: la película tiene como motivación emocional la angustia del padre astronauta Joseph Cooper (Matthew McConaughey) por reencontrarse con su hija Murph Cooper (Mackenzie Foy como la joven y Jessica Chastain como la adulta).

La ley de Murphy

No le cuento más, si usted no ha visto la película, véala me lo va gradecer, es grandiosa. La acabo de ver en oferta en la librería Gandhi. Y al grano, aprovechando la temática tan amplia y profunda de esta película, lo que me propongo es rescatar uno de sus temas para mi crítica política del día de hoy.

Murph es el nombre de la hija del protagonista de Interstellar. Es una de las primeras sorpresas de la cinta, ¿cómo puede alguien ponerle a su hija ese nombre? Se trata de un claro reconocimiento a Edward Aloysius Murphy. También es un recordatorio de tomar la máxima precaución en todo quehacer científico.

La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Este Murphy era el ingeniero aeroespacial que formuló su ley en 1949, después de descubrir que estaban mal conectados los electrodos de un arnés para medir los efectos de la aceleración y deceleración en pilotos.

Reflexionemos sobre la máxima, “si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal”. Esta frase, aparentemente banal, también denota una actitud pesimista y resignada ante el devenir de acontecimientos futuros; y es aplicable a todo tipo de situaciones, desde las más simples de la vida cotidiana hasta otras más complicadas y trascendentes.

Y aquí viene lo más importante, es una ley empírica, inspirada en la segunda ley de la termodinámica, la entropía, la que indica que todo tiende a su máximo desorden. Y aquí entramos también al terreno de la filosofía.

Así, la ley nos previene de considerar con seriedad las posibilidades de cualquier evento. A pesar de lo banal que puede sonar, su espíritu prudente debe asumirse como la obligación de tomar precauciones: de memorizar un diseño defensivo frente a los riesgos inminentes en diversas situaciones y ámbitos.

Y además, todo esto aplica también en las ciencias sociales: la ciencia política no se escapa. Me encontré en la red las 10 leyes de Murphy para estudiantes de ciencia política:

10 leyes de Murphy en ciencia política

  1. Principio de Todd: “Digan lo que digan no será la verdad; y no importa de lo que hablen, porque será siempre de dinero.
  2. Principio de Watergate: “Si un gobierno es corrupto, lo sabrás sólo cuando ya no esté en el poder”.
  3. Principio de Kamin: “Cuando un político intente predecir la evolución de la economía y proyectar de consecuencia la legislatura, no escuches lo que dice pero observa bien lo que hace”.
  4. Principio de las promesas políticas: “La verdad cambia”.
  5. Principio de la acción legislativa: “Un proyecto de ley tardará más en pasar por la legislatura cuanto menos grupos lo apoyen”.
  6. Principio de O’Brien: “Si algo sale bien, no será por la razón correcta”.
  7. Principio de Helga: “El primer paso es el NO, después llega la negociación”.
  8. Principio de la falsedad del funcionario: “Dentro del sistema, ninguno hace lo que se dice que están haciendo”.
  9. Principio de Katz: “Antes de actuar con la cabeza, los hombres y las naciones actuarán en todos los modos posibles”.
  10. Principio de Brown sobre el liderazgo: “Para triunfar en política, será necesario que meta sus principios a parte”. “Lo mejor será que siga los principios de un gran número de personas y se coloque al frente de dicho grupo”.

Quise dejar las máximas en español de Madrid, tal como aparecen en la red social; la página está muy fresca y divertida, se llama docsity y en ella colaboran estudiantes de ciencia política de diversas universidades europeas.

El INE es un peligro para México

Inspirado en estas máximas que nos regalan los estudiantes europeos se me ocurren varios ejemplos divertidos sobre el quehacer político en nuestro país. Por falta de espacio, veamos tan sólo uno: el de la democracia electoral.

A mediados del 2017 en el periódico El Norte apareció la siguiente declaración: El investigador Sergio Aguayo aseguró que el Instituto Nacional Electoral (INE) es un peligro para México.

Desde su cuenta de Twiter, el estudioso del Colegio de México sostuvo que el Consejo General de dicho órgano se encuentra paralizado, a pesar de que cuenta con instrumentos para fiscalizar y controlar a los partidos políticos.

“Cada día que pasa se confirma que el INE es un peligro para México”, afirmó, “nada que ver con el Consejo General de José Woldenberg” el consejero presidente fundador del antiguo IFE.

Hoy en día Aguayo ya no toca el tema, sin embargo su denuncia fue contundente: “algunos integrantes del INE parecían obedecer consignas de partidos, además de cobrar un buen salario”.

Ante los cuestionamientos de usuarios de la red, el especialista se pronunció por cambiar a todos los integrantes del INE, como ocurrió con el IFE en 1994. Aunque Aguayo ya no insista porque le daría la razón a AMLO, urge seguir su consejo, por el bien de México.

Parafraseando los principios de Murphy de docsity, propongo el principio de Sergio Aguayo: “Mientras el INE no sea realmente ciudadano, la democracia electoral en México no será más que un cuento chino”.

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