Categories Opinión

¿RADICALES DE LA 4T ACABARÁN CON MÉXICO?

Alejandro Mario Fonseca

El pasado domingo 2 de enero el periodista Roberto Zamarripa publicó en el diario Reforma una larga entrevista con Ricardo Monreal, líder del partido Morena en la cámara de senadores.

De todo lo que dijo el Senador, lo más escandaloso es una advertencia que se presta para las más encontradas interpretaciones. Juzgue usted amable lector: “Los que creen que siendo más radicales pueden obtener el cargo o la posición política que anhelan, allá ellos. Se equivocan, porque no va a quedar país para nadie. El aniquilamiento sólo deja destrucción”.

Sí, eso dijo Monreal y de inmediato los irresponsables de siempre pusieron el grito en el cielo. Por ejemplo Martín Moreno-Durán, que en su columna de sin embargo.mx, resaltó la contundente advertencia del zacatecano Monreal.

Y se fue a fondo: ¿Por qué debe alertarnos y preocuparnos la declaración de un Senador sobre los riesgos que viviría el país – aún mayores a los cuales ya enfrentamos- si seguimos permitiendo que los radicales de la autollamada Cuarta Transformación sigan destruyendo el tejido social, programas, infraestructura y obras, ganando espacios políticos y gobernando a placer y antojo del inquilino de Palacio Nacional?

Dicho esto da sus argumentos en los que destaca la supuesta radicalidad de AMLO y da una larga lista de los “radicales más peligrosos” que acompañan el gobierno de la 4 T. Su perorata aterriza en el garlito más utilizado por la derecha mexicana: meternos miedo con el fantasma del comunismo.

Fortalecer la izquierda mexicana

Mi lectura es otra. Aunque algunos de los colaboradores del Presidente sí son radicales la mayoría no lo son, en su gabinete hay de todo. Es más el mismo Presidente López Obrador, diga lo que diga, no es radical, es un socialdemócrata de origen priista.

Lo que está haciendo AMLO con sus declaraciones es alentar a la construcción de una izquierda responsable que en México no existe. Al tomarlo como algo personal, la reacción de Monreal es equivocada ya que el desaguisado, según esto, lo descalifica para la sucesión presidencial.

Y es que en México, como en muchos otros países como el nuestro, el neoliberalismo se ha traducido en una tragedia devastadora, somos un país débil, no hemos podido despegar hacia un pleno desarrollo capitalista.

Tampoco nuestra incipiente democracia ha podido consolidarse, por más de los miles y miles de millones de pesos que se han gastado en hacerla posible. No se trata sólo de Morena, sino que todos los partidos tanto de derecha como de izquierda son débiles, no cuentan con militancias educadas, están secuestrados por líderes corruptos.

Además, en lo social, seguimos atascados en una secularización que no avanza, también por más y más miles de millones de pesos que se malgastan en un sistema educativo mediocre, en servicios culturales elitistas y en un sistema de salud muy limitado.

Y sí, la explicación más recurrente de todos estos males que nos aquejan, está en el abuso, el despilfarro, la corrupción y la impunidad de nuestros gobiernos. Sin embargo, no conviene quedarnos con una explicación tan básica. A mi entender, lo que AMLO pretende es construir un sistema social demócrata, siguiendo el ejemplo de los países escandinavos.

La herencia neoliberal

En un artículo anterior, comentaba el caso ruso, que a principios de los años 90, gracias a las políticas de glasnost (apertura o transparencia) y perestroika (reorganización o modernización) impulsados por Mijaíl Gorbachov, había conducido a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a través de un admirable proceso de democratización: se estableció la libertad de prensa, se eligió libremente a los miembros del parlamento ruso, los gobiernos municipales, y el presidente y el vicepresidente del país; además, el Tribunal Constitucional era ya un órgano independiente.

En la esfera económica Gorbachov guiaba al país hacia una combinación del libre mercado y un sistema fuerte de protección social, manteniendo ciertas industrias clave bajo control público; él esperaba que el proceso durara entre diez y quince años en completarse. Su objetivo final era construir un sistema social demócrata, siguiendo el modelo escandinavo: “un foco de inspiración socialista para toda la humanidad”.

Decía yo que el proyecto de Gorbachov fracasó debido al regreso del autoritarismo encabezado por Yeltsin y después por Putin. Pero me quedé corto, existe una explicación de mucho mayor fondo y para entenderla hay que ir al núcleo duro de la teoría económica de la Escuela de Chicago.

Y la esencia de dicha teoría económica, no es otra cosa más el capitalismo “a secas”, despojado de todos los correctivos que a fuerza de lucha y perseverancia fue ganando la clase trabajadora a lo largo de la historia: sistemas de protección social y laboral, sindicalismo real es decir independiente, en suma: seguridad social, educación y salud de calidad.

La larga marcha hacia la socialdemocracia

Esa liberación de correctivos es, como dice Naomi Klein, en esencia, el núcleo duro del capitalismo salvaje: “…no se trata de ningún invento novedoso, sino del capitalismo de siempre despojado de sus anteriores añadiduras keynesianas. Es el capitalismo en su fase monopolística, un sistema que se ha ‘soltado la melena’, por así decirlo: que ya no tiene que esforzarse por cuidarnos como a clientes, que ya puede ser tan antisocial, antidemocrático y grosero como le plazca”.

Y ahí está la clave para entender la tragedia que hemos vivido y que se ha profundizado: ya no hay sistema alternativo. Con la caída del Muro de Berlín, con el desmoronamiento de la Unión Soviética, desapareció el comunismo, o socialismo real, o como usted quiera llamarle.

En otras palabras, mientras el comunismo fue una amenaza, el capitalismo tuvo que compensar el abuso y la avaricia con bienestar social compensatorio: salud, educación y servicios públicos de calidad. Ahora el capital financiero y las grandes corporaciones industriales, con todas sus ramificaciones pueden hacer prácticamente lo que les dé la gana.

¿Todo está perdido? No lo creo, La Tercera Revolución Industrial, basada en el Internet y las energías renovables, sigue avanzando en Europa y a regañadientes también en los Estados Unidos; muy pronto se expandirá a todo el mundo. Se trata de una nueva era, la del capitalismo redistributivo. La socialdemocracia es posible, sí hay alternativa.

Bibliografía: La doctrina del shock; Naomi Klein; Paidós.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *