Ya lo he comentado, me siento muy orgulloso de mi educación. Siempre estudié en instituciones públicas. Desde la primaria hasta el posgrado mi educación la pagó el pueblo de México. Recuerdo excelentes profesores, sobre todo en la secundaria y en la preparatoria, pero también en la facultad de química en la UNAM.
Muchos mexicanos fuimos educados así, en instituciones surgidas del proyecto original de la Revolución Mexicana. Desde luego que siempre ha habido la opción de la educación privada, aquella en la que se paga para “garantizar” la calidad.
Recuerdo a mis amigos de barrio, aquellos cuyas familias tenían más recursos y tuvieron la “suerte” de estudiar en colegios prestigiados como el Morelos o el Madrid; después me los reencontré ya en la facultad, porque la UNAM era la mejor opción, (bueno, también ya estaba el Politécnico, pero a mí me tocó ser puma) a pesar de que ya existían la Ibero y algunas otras.
El orgullo del que hablo está basado en una especie de magia, de fe en el progreso. Empezando desde nuestros padres, maestros y uno mismo, la consigna era: tenemos que aprovechar la oportunidad de ser mejores, de prepararnos bien para construir un mejor país: teníamos muy claro el objetivo, el valor de finalidad.
El precipicio de la flojera y la mediocridad.
Sé que todo esto suena raro, a presunción, a exageración, pero así era. Y es que la magia se ha perdido, en gran medida por la política priista. Hubo un punto de quiebre alimentado por la corrupción sindical y el abuso de la clase política.
Desde los años 60 con la masificación se perdió el control, la alta burocracia de la Secretaría de Educación Pública y el sindicato del magisterio empezaron a llenarse poco a poco de holgazanes, recomendados que nada sabían de educación, se “institucionalizaron” la venta de plazas, los aviadores, los “inspectores”, las dobles y triples plazas, la herencia de las mismas, etc.
Y el punto de quiebre se dio precisamente en el salinato, ya con la “maestra” Gordillo. Todo se volvió una pachanga, el abuso y la corrupción sentaron sus reales. La educación pública en México, salvo honrosas excepciones, cayó en el precipicio de la flojera y la mediocridad.
Cuando el ranchero Vicente Fox llegó a la presidencia de la república muchos creímos que las cosas podían cambiar. Por ejemplo, aquí en Puebla a mí me tocó participar, representando a la BUAP, en un grupo de expertos para presentarle a Fox una propuesta de reforma. Todo fue en vano, Fox se alió con la Gordillo y todo siguió igual.
Pero regresando al tema de la UNAM, le cuento todo esto porque la corrupción sindical, por fortuna no llegó hasta nuestra máxima casa de estudios, que sigue siendo una institución liberal. Aclaro, no neoliberal, sino liberal a secas.
“Por mi raza hablará el espíritu”
De lo que estoy hablando es de la gran diferencia entre el liberalismo clásico, el de Don Benito Juárez y de muchos grandes mexicanos que a lo largo del tiempo han contribuido a la construcción de nuestro México, un país con muchas carencias, con un terrible desequilibrio social, pero que gracias a instituciones como la UNAM, sigue intentando encontrar el camino del verdadero progreso.
Y esto último parece no entenderlo nuestro Presidente López Obrador. Creo que necesita que lo asesoren bien, porque está cometiendo una gran injusticia con esa gran institución educativa que es la UNAM.
La clave para entenderlo está en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Así que permítame usted hacer un paréntesis y abordar el núcleo duro de la educación en la UNAM.
En la página de la Escuela Nacional de Educación Preparatoria podemos leer las siguientes misión y visión:
Brindar a sus alumnos una educación de calidad que les permita incorporarse con éxito a los estudios superiores y así aprovechar las oportunidades y enfrentar los retos del mundo actual, mediante la adquisición de una formación integral que les proporcione:
- Una amplia cultura, de aprecio por su entorno y la conservación y cuidado de sus valores.
- Una mentalidad analítica, dinámica y crítica que les permita ser conscientes de su realidad y comprometerse con la sociedad.
- La capacidad de obtener por sí mismos nuevos conocimientos, destrezas y habilidades, que les posibilite enfrentar los retos de la vida de manera positiva y responsable.
También es parte inherente de la misión de la ENP, realizar investigación educativa para desarrollar y aplicar nuevos métodos y técnicas avanzadas que eleven la calidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Las propuestas de la Ilustración
Como usted puede ver la concepción original de la creación de la ENP apuntaba (y lo sigue haciendo) a la formación de bachilleres con
conocimientos universales básicos. Es decir, aquellos que ingresarían a la universidad, contarían con una base general de conocimientos que les permitiría interactuar con sus pares de otras disciplinas.
Se trata de una de las claves del proyecto de la Ilustración que heredamos de los filósofos alemanes y franceses del siglo XVIII: Montesquieu, Voltaire y Rousseau y sobre todo Kant, además de muchos otros.
La Ilustración es un movimiento cultural, de liberación del espíritu humano, que se inicia en el Renacimiento, el cual transformó el pensamiento europeo del siglo XVIII, particularmente en Francia, basado en métodos racionales y experimentales.
Las características e ideas se resumen en: el desarrollo de la ciencia físico-matemática; el análisis y la interpretación de muchas de las creencias heredadas de la tradición o reveladas por los dogmas de la Iglesia; la idea de que la razón será el instrumento humano para guiar a la sociedad hacia el bienestar y la justicia.
En fin, las propuestas de igualdad: todos los hombres son iguales a la luz de la razón y tienen iguales derechos; de la lucha por la libertad, tanto en las cuestiones políticas como en las económicas, en las intelectuales y en las religiosas; y la de la moral laica: los hombres se rigen por normas morales no sólo porque Dios ordena observarlas, sino porque la razón exige el respeto de los derechos de los demás.
Si lo que el Presidente AMLO pretende es una universidad militante, debería además de asesorarse bien, de estudiar el fracaso del modelo de Universidad Crítica Democrática y Popular, que la izquierda ensayo en las universidades de Puebla, Guerrero y Sinaloa en los años setenta del siglo pasado. Historia que merece ser comentada en otro escrito.