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¿CAMPAÑAS SIN DEBATES? ¡QUÉ ABURRIDO!

Alejandro Mario Fonseca

Probablemente una de las lecciones más acuciantes que nos dejará el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sea la de la urgencia de corregir los hábitos perniciosos a los que la modernidad mal entendida nos ha acostumbrado.

Y digo acuciante, porque la necesidad de corregir nuestras rutinas, todo aquello que hacemos de manera cotidiana, incluso automática, se está manifestando con fuerza, con viveza y pasión.

La frase “el país tiene acuciantes problemas debido a la mala alimentación” es contundente; y si explicamos el porqué, lo es todavía más. Y es que la pandemia de corona virus y la invasión rusa de Ucrania, combinadas con el gobierno de la 4 T de AMLO, nos estimularon para corregir nuestra manera de vivir.

Sé que los buenos hábitos se adquieren a través del ejemplo de nuestros padres y maestros desde la tierna infancia, en la familia y en la escuela; y que los manuales y los tratados no son la solución. Pero no está de más insistir por escrito, no faltará quien lea esto y se motive.

Me refiero a tomarnos en serio la austeridad y la solidaridad, quizá algunos lectores recapaciten sobre lo que debemos hacer para corregirnos, sobre alternativas al modo de vida al que estamos acostumbrados; y de ese modo, al menos logren darse cuenta del camino que aún nos falta por recorrer para llegar a ello.

Decirlo por escrito nunca está de más y mi tarea como comentarista, aunque modesta e insuficiente, no por ello es menos necesaria. Somos animales de costumbres, todos tenemos hábitos buenos y malos, con los años nos hacemos adictos a ellos y salirnos de la rutina nos provoca estrés; las rutinas de cierta manera nos proporcionan cierto confort, incluso la sensación de seguridad.

Dialogar

Sí, cambiar de hábitos es muy difícil, por eso es que se vuelve tan importante aprender a dialogar, el diálogo es una manera de comunicación verbal o escrita en la que se comunican dos o más personas en un intercambio de información, alternándose el papel de emisor y receptor.

Un diálogo puede consistir desde una amigable conversación, pasando por una acalorada discusión, hasta el empleo en géneros literarios como la novela, el cuento, la fábula, el teatro o la poesía.

En una obra literaria, un buen diálogo permite definir el carácter de los personajes: la palabra revela intenciones y estados de ánimo, en definitiva, lo que no se puede ver, por consiguiente, en ello radica su importancia.

Así que escribir y leer son modalidades que exigen un gran esfuerzo de creación, ya que nos obligan a penetrar en el pensamiento del personaje; tal es el caso de Edipo rey de Sófocles, por citar tan sólo un ejemplo.

Y el ejemplo me da pie para distinguir entre tres tipos diferenciados de diálogo que nos vienen de la antigüedad grecolatina: el platónico que tiene como objetivo hallar la verdad, con miras a un tema primordialmente filosófico.

El ciceroniano que posee un marco paisajístico bien constituido, con una temática política, judicial o retórica; en él que tienen cabida largas argumentaciones. Y el tercero que es el lucianesco, así llamado por su creador Luciano de Samosata, en el que predominan la intención satírica, la ironía y el humor, y por eso el tema puede ser muy variado, incluso fantástico: y es el que muchos utilizamos en los artículos periodísticos.

Todo bajo control

Saber dialogar (convencer y educar) es la clave para llevar a buen puerto la enorme y acuciante tarea de cambiar de hábitos, que tanto nos urge, no sólo a los mexicanos, sino a todos los seres humanos, para sortear exitosamente, ya no digamos la persistente inseguridad, la corrupción y demás, sino la pobreza extrema: la miseria.

Pero regresando al tema que me interesa destacar, el diálogo en la esfera de la política se llama debate. Debatir es discutir, es disputar, contender; también es “guerrear”, pelear con ideas, con propuestas. Los debates son esenciales en todo sistema político democrático. El objetivo de los debates es convencer, ganar votos.

Morena no es un partido, tan sólo lo es formalmente, la realidad es que se trata de un movimiento popular dirigido por un líder carismático; el Presidente AMLO. A todas luces el tiene el control de la sucesión presidencial.

En el 2024 tendremos Presidenta. Las precampañas para decidir al candidato de Morena son una simulación, por eso es que los debates están prohibidos. En aras de una unidad forzada Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal tendrán que disciplinarse.

Claudia Sheinbaum es una excelente científica, fue líder estudiantil en la UNAM Y su carrera política se inició en el 2000 siempre ocupando funciones técnicas, hasta que fue impuesta por AMLO como jefa de gobierno de la Ciudad de México para frenar a Monreal.

Si todo le sale bien a AMLO, Marcelo será el Secretario de Gobernación de Claudia, con Monreal quien sabe que vaya a pasar. No es malo, la 4 T tendrá continuidad, pero que no nos vengan con el cuento de que el “partido” Morena hay democracia y que el pueblo es el que decidirá. Ya veremos qué pasa, usted ¿qué opina?

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