Alejandro Mario Fonseca
Los principales apoyos de AMLO, sino es que los únicos, son los pobres y el Ejército. Me da gusto que los soldados hayan dejado los cuarteles y estén colaborando, entre otras cosas con la seguridad. Sin embargo esto último no es la solución, aunque como dice el mismo Presidente: ayuda.
Insisto en algo que llevo años diciendo: la seguridad no sólo depende de lo que haga el gobierno, sino también de lo que hagamos los ciudadanos. Veamos primero lo que no ha sucedido con la mayoría de nuestros destacamentos policiacos. Lo razonable sería que primero estudiáramos algunos casos exitosos que hoy son modelos de seguridad en el mundo.
Un ejemplo paradigmático es el de Lee Brown, Jefe de la policía de Houston, que a principios de los años 80 estaba acusada de racismo y brutalidad. Este caso resulta muy importante y cargado de lecciones para nosotros ya que Brown decidió implementar una policía dirigida a la comunidad.
¿Qué significaba eso? Que la policía no sólo debería responder ante los actos delictivos, sino también ayudar a los ciudadanos a resolver problemas relacionados o no con el delito: un policía comunitario.
El estudio de caso está ampliamente documentado en el libro Gestión estratégica y creación de valor en el sector público, de Mark Moore (editorial Paidós, 1998). Lo que propongo es que lo estudiemos y tratemos de adaptar las ideas innovadoras de Lee Brown a la situación específica que se vive actualmente nuestro país.
Desarrollo de una carrera policiaca
Como tarea inicial deberíamos poner atención en cuál es la misión de nuestra policía (la Guardia Nacional y las otras), y si está basada en objetivos de ejecución claros y en propósitos de dirección concretos; conocer sus procedimientos de operación y la consistencia de sus actuaciones.
Y lo más importante, saber si cuentan con sistemas de gestión en áreas de trabajo como planificación, presupuestos, desarrollo de la carrera policiaca, comunicaciones internas, etcétera. Toda esta información debería ser pública.
Si las autoridades en sus tres órdenes de gobierno se toman todo esto en serio, tienen dos tareas. Primero definir el perfil del policía comunitario o de proximidad que necesitamos, y segundo, probablemente la tarea más difícil: ¿cómo implementar este nuevo cuerpo de policía?
No estoy proponiendo correr a nadie, sino profesionalizar el cuerpo policiaco con el que los estados y municipios cuentan, en suma modernizarlos, y lo más importante, pagarles bien.
Y digo todo esto porque, por ejemplo, aquí en Cholula la violencia y la inseguridad están a la orden del día, aunque la alcaldesa haga como que no pasa nada.
Espero que todo esto que estoy proponiendo salga sobrando, que tan sólo se trate de un problema de mala comunicación entre autoridades y ciudadanos, y que ya hayan estén tomado cartas en el asunto.
La estrategia Italiana
Y vuelvo a insistir, el otro tema es el de la participación ciudadana. ¿Qué tan bien organizados estamos en nuestras calles, manzanas y barrios? ¿Cómo colaboramos con nuestras autoridades para garantizar la seguridad?
Y todavía más a fondo, ¿qué hacemos los ciudadanos, organizados o no, para monitorear los niveles de satisfacción social sobre cuán bien o mal la policía investiga las quejas y denuncias que hacemos?
Pero no basta con ello. Entre otros, ya desde el 2010 Edgardo Buscaglia, el especialista y académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México decía que el ataque a los carteles no podía ser únicamente policiaco o militar.
Su propuesta era similar a la aplicada en Italia contra la mafia, e incluía atacar la protección política al narcotráfico; desmantelar sus redes financieras y fomentar empleos y becas educativas para los jóvenes.
Por su parte Martín Barrón, del Instituto Nacional de Ciencia Penales, proponía además que se investigara el entorno social de los sicarios, para conocer las razones que les llevan a actuar con violencia.
Y es que desde el calderonato, en el 2006 las acciones de las autoridades se habían limitado a un perfil militar, con el despliegue de 45.000 soldados en todo el país. La estrategia fue cuestionada por todos los especialistas, que reclamaban la ausencia de una política social que acompañara las operaciones policíacas y militares. Hoy los panistas se muerden la lengua.
AMLO va en serio
La mayoría de los analistas que estábamos pendientes del problema vimos con tristeza como la “estrategia” de Calderón no fue otra cosa más que “taparle el ojo al macho”, como decimos los mexicanos.
Taparle el ojo al macho es una expresión popular originada en la práctica de los arrieros que cubren los ojos de las mulas para que no se espanten mientras las cargan. Se usa para indicar que algo será engañoso o habrá que disimularlo.
Los que necesitan que les destapen los ojos son algunos panistas y demás ignorantes que todavía creen en Calderón. AMLO sabe que los mexicanos no somos ni mulas ni ciegos y lo está haciendo bien, aunque poco a poco, con cuidado, como debe ser. Los cambios abruptos siempre fracasan.
Ya lo dije en un artículo anterior con relación a la estrategia italiana: La mafia no es una pandilla de ladrones, es un sistema en el que participan políticos, empresarios y delincuencia transnacional. Es un sistema de poder y de ganancia.
La mafia es el crimen organizado que hace alianza con todos los poderes, ya sean legales, ilegales o fácticos. La mafia hace uso de la comunicación de masas, de la economía, con las empresas y sobre todo usa a la política y a las instituciones.
El Presidente López Obrador lo entiende muy bien y su alianza con el Ejército ya empieza a dar frutos. ¡En hora buena! por la legalización de la Guardia Nacional es un paso firme en la búsqueda de una verdadera seguridad para todos los mexicanos; ahora falta que los ciudadanos organizados hagamos nuestra parte.
Concluyo con algo que también ya me he cansado de decir. La solución de fondo está en la educación de nuestra juventud. Es a largo plazo y también es algo en la que todos debemos colaborar. ¡En hora buena! también por las becas para la juventud estudiosa.